sábado, 19 de enero de 2008

Amalia Bautista: esencia y transparencia

AMALIA BAUTISTA: ESENCIA Y TRANSPARENCIA
Solo sé, si algo sé, que la poesía de A.B. está hecha en
el tiempo y para durar en el tiempo
Abelardo Linares
Los centros de enseñanza, como las personas, tienen sus señas de identidad, sus rasgos peculiares que los hacen distintos a unos de otros. Estas señas no vienen dadas por su actividad normal, diaria, de enseñar en las aulas, sino de los “decorados” que acompañan a esta y la complementan.
Y, al igual que la representación de una obra de teatro se vería desnuda e incompleta sin los decorados que enmarcan y sitúan la acción, un centro de enseñanza no cumpliría totalmente sus objetivos si sólo se limitara a la impartición de las clases de las diversas disciplinas y su identidad estaría desdibujada.
Pues, en nuestro IES DIEGO TORTOSA, en este afán por definir una identidad, nos estamos empeñando en que una de las señas que la configuren sea la poesía. Para ello, entre otras muchas actividades, estamos contando con la presencia cada curso de poetas de renombre en el panorama actual. Y así hemos tenido el privilegio de oír cómo nos recitan sus poemas y nos comentan su obra Juan Ramón Barat, Vicente Gallego, Luis Alberto de Cuenca y Luis García Montero. Y el pasado 27 de abril, una poeta (o poetisa), AMALIA BAUTISTA.
Esta autora nace en Madrid en 1962, es Licenciada en Ciencias de la Información y publica su primer libro de poesía, Cárcel de amor, en 1988. Su obra hasta el día de hoy no es muy extensa (aunque sí muy intensa) y se encuentra publicada en 2006 con el título Tres deseos, en la editorial Renacimiento.
Un vicio de los críticos o antólogos es encasillar a cada autor en una determinada corriente literaria, a colocarle una etiqueta distintiva. Amalia Bautista nos confesó que, aunque no es demasiado amiga de encasillamientos, su poesía comparte muchos de los rasgos de la llamada “poesía de la experiencia” que abarca a un numeroso grupo de poetas que comienzan a publicar en los años 80 y que cultivan una poesía que se entiende, de ambientación preferentemente urbana y que cultiva temas realistas cercanos al vivir diario del poeta. En esta dirección se enmarcan todos los poetas que nos han visitado hasta ahora. Son poetas que reaccionan contra la poesía de la década de los 70, año de publicación de la antología de los “novísimos”, poetas como Gimferrer, Ana Mª Moix, José Mª Alvarez, Guillermo Carnero…. que no tienen otra pretensión que la palabra, creando una poesía hermética, con una finalidad puramente esteticista y muy alejada del latir humano, de la vida que les rodea. He aquí un breve ejemplo de ese estilo. Se trata de unos versos de Pere Gimferrer:
Una canción de ensortijados bucles,
una sedeña súplica llegaba
de las postales vagamente mitológicas,
nebulosamente impúdicas, de los rosados angelotes
-púrpura y escayola, rolliza nalga al aire –
que presidían los epitalamios.
Es bien clara la distancia entre esta poesía y la de nuestra autora, muy cercana a los ecos de los poetas de la experiencia, en especial a Luis Alberto de Cuenca, que también pasó por nuestro centro dejándonos un dulcísimo sabor de boca.
Amalia Bautista nos deja bien claro su visión de la poesía en estas palabras:
“En poesía como en cualquier actividad, no todo vale; que hay que aspirar a decir cosas, y no sólo palabras; que la originalidad no se alcanza por el simple hecho de pretenderla y que, una vez conseguida, no garantiza la calidad; y que prefiero la poesía inteligible porque aún no he conseguido emocionarme con lo abstruso ni con lo vacío”.
Esta cita no es una mera declaración de intenciones para quedar bien, sino que es el mejor resumen de su poesía, es algo que lleva a la práctica en todos sus poemas, en cada uno de sus versos: precisión y claridad o, como figura en el título de este artículo, esencia y transparencia. A.B. deja la poesía en su más pura esencia, en una desnudez casi total, pero lejos de rozar lo ininteligible precisamente por esa transmisión del concepto o el sentimiento en su núcleo capital, tiene el arte de crear un estilo diáfano, accesible, transparente que llega, y llega hondo a los lectores, aunque no estén acostumbrados a leer poesía. Hay un claro ejemplo de esa esencialidad en el poema más breve de su libro, de solo cuatro versos heptasílabos pero en los que aparece el sentimiento del amor reconcentrado en sólo tres conceptos: el alba, la noche y la mirada. Por la brevedad y concentración nos recuerda al mundo de los haikus. No se puede decir tanto en tan pocas palabras ni se puede decir mejor:
PIDE TRES DESEOS
Ver el alba contigo,
ver contigo la noche
y ver de nuevo el alba
en la luz de tus ojos.
Si entramos en Internet en la página dedicada a ella en www.poesíadigital.es, Jesús Beades afirma lo siguiente en relación con este breve poema:
“Entre estas cuatro paredes cotidianas respiran los versos de A.B., sin ir más lejos. Pero ¿de verdad a alguien le importan – de verdad – otras cosas? ¿no será esta una poesía esencial, porque es sincera?. Lo es, pero también porque su cauce expresivo es el más sencillo y claro, el menos afectado de la moderna poesía española”.
Y es que los sentimientos que expresa la autora giran, como ella misma nos declaró, en torno a los tres grandes temas del ser humano, aquellas tres heridas a que se refería Miguel Hernández: la del amor, la de la muerte y la de la vida. De las tres, nos decía A.B. el amor y el desamor te sacuden de los pies a la cabeza y la muerte es lo único seguro.
En uno de los poemas del libro, Al cabo, nos descubre una filosofía de la vida tan sencilla y profunda como su poesía. Es lo que Beades llama “minimalismo vital”, consistente en desnudar la vida de lo superfluo y quedarnos con lo esencial. El poema es un grito pero casi silencioso que nos invita a acabar con el afán de tener, de aparentar, de dirigir nuestros deseos a las pompas y vanidades y a centrarnos en lo único que de verdad importa: el amor y la muerte:
AL CABO
Al cabo son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.
Ese desprendimiento de casi todo, quedándose solo con lo esencial, que aconseja para enfrentarnos con la vida, es también, como apuntábamos, lo que define a su obra poética, una obra que destila sinceridad y que tiene en ello uno de los condimentos de su belleza.
Pero es, sin duda, el amor lo que impregna la mayor parte de su obra, aunque no siempre hay que tomarse lo poetizado como sentido o experimentado por ella, pues en ocasiones no deja de ser como un guiño o una broma al lector. De todas maneras, en cuanto a su biografía personal nos descubrió haber vivido una relación amorosa que no acabó demasiado bien, aunque en su momento le proporcionó una época de felicidad.
Ese amor, lógicamente, se dirige a otro, a ese tú del poema siguiente, en el que aparecen otra vez amor y muerte mezclados, pues es aquel el único que da sentido a la vida y por el que merece la pena vivir, quitándole a la autora su único patrimonio. Otra vez el último verso nos lleva a la sorpresa, pues la palabra patrimonio no hace referencia a los bienes materiales, que, como hemos visto en el poema anterior, importan muy poco, sino a un bien tan poco patrimonial como las ganas de morirse. Pero si el final es sorpresivo, no lo es menos el comienzo y los tres primeros versos son de los que hacen sentir escalofrío a los amantes de la buena poesía: palabras al silencio, tacto a mi piel….:


Tú, que me diste todo, palabras al silencio,
tacto a mi piel, asombro a mi mirada,
calor y luz y fuerza y esperanza.
Tú, que creíste en mí cuando yo no creía
ni en mí ni en nadie ni en ninguna otra cosa.
Tú, que me diste más de lo que tienes
y más de lo que puedes. Tú,
que todo me lo diste, me has quitado
mi único patrimonio:
mis ganas de morirme.
En una situación en que se deja de creer incluso en uno mismo, es decir, cuando se está en un momento casi nihilista, sólo el amor, ese tú que lo da todo, puede ayudar a recuperar las ganas de vivir. Y es que la fuerza del amor aparece por doquier y, como apuntábamos antes, mezclado con la vida y con la muerte, y así lo declara al final de un poema que forma parte de Sobre el Cantar de los Cantares:
Porque el amor como el amor es fuerte,
más fuerte que la muerte y que la vida,
esclava soy de amor y de mi amado.
Es también el amor el que da titulo a su primer libro de poemas, publicado en 1988, Cárcel de amor. El título es también el de uno de los poemas que lo componen. Este fue precisamente el primer poema que, en una antología, leí de esta autora y es el que me puso sobre la pista de que estaba ante una escritora de talla. Porque empezando por una declaración de amor bastante tópica, llega a un desenlace sorprendente como casi siempre, pasando por la narración de una situación realmente chocante, que nos recuerda al Segismundo de La Vida es Sueño, encerrado por su padre en una torre y solo acompañado del guardián Clotaldo. La mujer así enclaustrada se rebela pero no con un grito desgarrado sino con una advertencia que hace pensar a su enamorado y que le debe hacer replantearse su conducta, si es que no quiere perder lo que ama.
CÁRCEL DE AMOR
De todas las mujeres que has tenido
que me quieres a mí más que a ninguna
es lo que dices siempre. Sin embargo,
ellas pudieron compartir tu cama.
Y a mí me has encerrado en este cuarto
en el que me visitas por las tardes.
Me traes dulces y libros, y me hablas
de arte y literatura. Al despedirte
me das un paternal beso en la frente
y así hasta el otro día. Y yo me quedo
sola y me aburro. Y echo en falta un hombre.
Por eso, no te extrañes ni me insultes,
amor mío, si vienes por sorpresa
y me ves abrazada al carcelero.
En estos versos aparece el amor también en su vertiente pasional, pues la mujer no se conforma ya con bellas declaraciones y con detalles de exquisitez y buena educación. Todo ello le produce soledad y aburrimiento. Ella necesita experimentar la pasión que va indisolublemente unida al sentimiento amoroso y lo declara sin tapujos: echo en falta un hombre. Pues en torno a esta pasión se desenvuelve el siguiente poema, seguramente el más sensual de todos, pues en él hay una descripción muy plástica pero tremendamente poética al mismo tiempo de la dimensión carnal del amor. La autora consigue moderar con delicadeza lo que podría haber dado lugar a un poema cargado de erotismo, bastante impropio dentro del tono general de contención de la obra de A.B. Pero otra vez es el final del texto lo que lo hace doblemente delicioso:
DÉJATE
Déjate seducir por sus mordiscos,
siente en su piel los pétalos de rosa
que saben ser sus labios cuando quiere.
Escucha su llamada y su silencio,
entrégate a sus gestos o a su ausencia
de gestos, y derrítete si puedes,
sin pudor, sin reparos ni vergüenza,
ante su invitación o ante la tuya.
Quema las normas de comportamiento,
despedaza la buena educación,
destroza las costumbres, rehabilita
por una noche al menos la locura.
Y un último detalle imprescindible
para que todo salga en condiciones:
procura que no sea tu marido.
Realmente todos y cada uno de los poemas contenidos en ese libro, Tres Deseos, su obra completa hasta hoy, merecerían un comentario porque en todos hay sentimiento, lirismo, musicalidad y… sorpresa. Si atendemos a su envoltura formal, como ella misma nos declaró en el coloquio, no utiliza ninguna estrofa de las que estudiamos en nuestras aulas, sino que la inmensa mayoría de sus poemas son sucesiones de endecasílabos blancos, es decir, sin rima. La escritora confesó que se había hartado de escribir sonetos en su adolescencia y que ahora estaba convencida de que bastaba el ritmo y de que no era necesaria la rima. Y encuentra en el endecasílabo el molde perfecto para echar afuera su inspiración.”El endecasílabo ayuda a que los versos sean memorables” afirmó. Como anécdota, nos confesó que se cartea con un amigo en endecasílabos. Sin embargo, a partir de 2004 empieza a usar versos de otra medida, especialmente heptasílabos.
Si se trata de definir su estilo, mejor que con palabras propias, acudimos al prólogo a la edición de su obra completa, realizado por Jorge Valdés, quien afirma:
“El suyo es un lenguaje poético de vigorosa transparencia. Su calidez y nitidez amalgamadas de forma preeminente al recurso de la temática cotidiana –y por tanto universal- ha contribuido a ensanchar el horizonte de las letras contemporáneas como a hacer más palpable la conciencia de nuestra época. Son suyos los diapasones de una métrica bien temperada, de una reafirmación que participa del mundo con los ojos abiertos, desde el interior de su propia movilidad y el exterior de su espiral concéntrica”.
En relación con el proceso de elaboración de cada poema, bajo esa sencillez tan patente, la autora nos confesó que le cuesta mucho dejar el poema acabado, que se le pueden pasar meses, que cada poema lo va “mascando mucho tiempo en la cabeza” y le va dando vueltas hasta dejarlo como nosotros lo conocemos ya publicado. Por ello, su obra es muy corta aunque, para gozo de los que amamos la poesía, este tipo de poesía tan cercana, esperamos que vaya dando a luz otros frutos de esa maravillosa inspiración y técnica con las que se han ido construyendo los versos que hemos leído y saboreado.
De cualquier forma desde este Centro podemos estar satisfechos de habernos acercado, a través de la presencia de Amalia Bautista entre nosotros, a ese mundo tan maravilloso de la poesía, algo que, según ella misma, no sirve para nada, no va a cambiar el mundo, no hace avanzar la ciencia o la técnica, pero que es, en sus propias palabras, “un acto revolucionario de libertad”.
JOSE S. CARRASCO MOLINA
Catedrático de Lengua del IES Diego Tortosa
Articulo publicado en la Revista ABACO 2007

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